Yo era la hija mayor y cuidaba a mis hermanos. Mi mamá me contaba, no sé si por asustarme y para no dejar salir a mis hermanos al pozo o al Montesito, que Santa Rosalía salía del chuzque a la orilla de la quebrada. Decía mi mamá que la Santa Rosalía era mitad mujer y mutad mula. Cuando le pregunté por qué tenía ese cuerpo me contó la historia completa. Que era una señora que había tenido seis hijos, todos de raza negra, por esta razón los echaba al pozo y los ahogaba. Cuando tuvo el ultimo, que era mono de labios rojos, hermoso y parecido a dios, decidió no ahogarlo por su belleza. Entonces, lo llevo al padre, en la iglesia, para bautizo. Este accedió al bautizo, pero le exigió a Santa Rosalía una confesión. Ella le contó al padre la verdad sobre sus anteriores seis hijos ahogados, ante lo cual él le impuso una penitencia. Esta consistía en llevar a su ultimo hijo, el rubio, hasta el pozo donde había ahogado a sus demás hijos, allí debía meterse junto con él hasta que el agua alcanzara su cintura. Cuando emprendió su penitencia, ya dentro del pozo, alzó con gran fuerza a su hijo pues no quería ahogarlo; sin embargo, el agua, como si fuera las almas de los hijos muertos, lo arrancó de los brazos de Santa Rosalía. En ese momento las voces de sus hijos muertos gritaban: “¡mamá, bautismo!”, y Santa Rosalía comenzó a llorar. Pero ya era tarde, al salir corriendo del pozo ya era mitad mula y mitad mujer.
Alejandrina Sánchez Cárdenas
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