Por Alejandrina Sánchez
Me contaba mi mamita que
cuando ella era adolescente fue obligada a casarse con mi papá. Él la vio una
vez y luego le escribió una carta diciéndole que le gustaba mucho. Ella le
respondió por el respaldo de la misma carta que NO, pero esta carta de regreso cayó
en manos de mi abuelo materno y él pensó que ellos ya eran novios, por lo que
decidió que debían casarse. Pero como mi mamita no se quería lo que hizo fue irse
de la casa a escondidas. Alcanzó a llegar hasta Cajicá, donde pidió trabajo a una señora llamada Librada. La
señora la aceptó después que le contó lo sucedido.
Mientras eso le pasaba a mi
mamá, mi abuelo culpaba a mi papá de su desaparición, por lo que lo demandó y
la policía se lo llevó a la cárcel para que les dijera donde estaba, pero como él
no lo sabía lo dejaron ir a casa por falta de pruebas. El asunto se da un día
en el que mi papá fue a llevar la leña a Cajica, pues este era su trabajo. Fue
así, caminando de Tabio a Cajicá, que vio a mi mamá barriendo en un segundo
piso. Ella se dio cuenta y se escondió, pero ya mi papá la había visto.
Entonces regresó al pueblo y le contó a mi abuelito, que enseguida fue a
buscarla con mi papá. Por desgracia, la señora Librada no pudo hacer nada para
evitar que se la llevaran y eso, me cuenta mi mamá, le dolió mucho a ella.
La llevaron a casa y al
siguiente día la llevaron al pueblo donde una tía de mi papá, donde la
vistieron para el matrimonio con mi papá. Lo más curioso de todo es que mi mamá
era aún muy joven y por eso mi tía, para que esto no se notara mucho, decidió
hacerle un par de senos de papel para que así pareciera ante el sacerdote, y
toda la gente, que ya era una señorita.
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