Por Isabel
silva
Me
acuerdo cuando era pequeña, de cinco o seis años,. Mi mamá se sentaba a remendar
la ropa, pero antes ponía una olla en el fogón que estaba en el piso el cual
tenía tres piedras grandes que hacían una forma de triángulo, para cocinar un
caldo y me encargaba de atizarle la
candela, pero yo me salía a jugar con unas pepas que llamamos aguadijas les
ponía palitos en los extremos para decir que ese era el ganado también les
ponía palitos por debajo como pezones y además les ponía cachos, o me sentaba
junto a ella y se me olvidaba cuidar la olla entonces se entraba el marranito
que mantenía suelto y como el fogón era en el piso el animalito intentaba meter
la trompa y gruñía junto a la olla porque la olla estaba caliente. Entonces mi
mamá me decía regañándome ¡vaya a ver que el marrano está en la cocina y va
voltear la olla! Yo entraba corriendo y lo sacaba con un palo. Lo corría hasta
el potrero y luego volvía corriendo a la cocina. Le ponía fuego a la olla y me volvía a salir a
jugar y entonces el cerdito volvía a encararse con la olla y mi mamá cogía un
palo para pegarme, y yo salía corriendo y me iba a jugar en los matorrales o en
la quebrada cogiendo piedritas.
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