Yo vivía con mi mamá abuelita

Por Rosa Amelia Araque


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Yo vivía con mi  mamá abuelita porque mi mamá se fue de  la casa cuando yo  tenía nueve meses. Yo era muy feliz porque me sentaba en el canto de mi  abuelita para que me cantara canciones, coplas,  adivinanzas,  chistes  y muchas historias más. A veces me ponía a arrancarle las canas, y cuando le jalaba duro el cabello  me ganaba mis  palmaditas,  pero yo era  muy feliz. Hasta que  a los siete años  me mandaron para la escuela, donde estudiaba de siente de la mañana hasta mediodía. También tenía un perrito que se llamaba Relámpago, quien era mi fiel  amigo y compañero. Cuando mi  mamá me mandaba por leña yo lo llevaba atado de un lazo para amarrarla y unas cabuyas para amarrarle una caquita de leña al perrito, y nos íbamos con la leña, el perro siempre adelante, y como el camino era feo por el monte, pues se  le enredaba la leña y me tocaba ayudarle para que  pudiera seguir hasta la casa, que quedaba una vereda llamada La Chapa. La casa estaba hecha de tapia pisada y el techo era de paja; las paredes de la cocina eran de piedra y el techo de paja. El nombre de mi abuelita era Concesión García, y vivía en el municipio  de Socha, Boyacá. Yo  estudié solo hasta segundo de primaria porque desde muy  pequeña aprendí  a cocinar. Cocinábamos en fogón de tres  piedras y yo empecé  a trabajar desde muy  pequeña sembrando trigo, cofia, maíz, frijol, habas y alverjas. También ayudaba a sacar papas y arrancar nabos. También lavaba la ropa de mi mamita y de mi tío y la de mía. Lo hacía en una quebrada. Otra cosa que solía hacer era hilar lana torcía,  tejer  sacos,  gorritos, y remudaba una vaca que era mía.

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