Yo vivía con mi mamá abuelita
Por Rosa Amelia Araque
Yo vivía
con mi mamá abuelita porque mi mamá se
fue de la casa cuando yo tenía nueve meses. Yo era muy feliz porque me
sentaba en el canto de mi abuelita para
que me cantara canciones, coplas,
adivinanzas, chistes y muchas historias más. A veces me ponía a
arrancarle las canas, y cuando le jalaba duro el cabello me ganaba mis
palmaditas, pero yo era muy feliz. Hasta que a los siete años me mandaron para la escuela, donde estudiaba
de siente de la mañana hasta mediodía. También tenía un perrito que se llamaba Relámpago,
quien era mi fiel amigo y compañero.
Cuando mi mamá me mandaba por leña yo lo
llevaba atado de un lazo para amarrarla y unas cabuyas para amarrarle una
caquita de leña al perrito, y nos íbamos con la leña, el perro siempre adelante,
y como el camino era feo por el monte, pues se
le enredaba la leña y me tocaba ayudarle para que pudiera seguir hasta la casa, que quedaba una
vereda llamada La Chapa. La casa estaba hecha de tapia pisada y el techo era de
paja; las paredes de la cocina eran de piedra y el techo de paja. El nombre de
mi abuelita era Concesión García, y vivía en el municipio de Socha, Boyacá. Yo estudié solo hasta segundo de primaria porque desde
muy pequeña aprendí a cocinar. Cocinábamos en fogón de tres piedras y yo empecé a trabajar desde muy pequeña sembrando trigo, cofia, maíz, frijol,
habas y alverjas. También ayudaba a sacar papas y arrancar nabos. También
lavaba la ropa de mi mamita y de mi tío y la de mía. Lo hacía en una quebrada.
Otra cosa que solía hacer era hilar lana torcía, tejer
sacos, gorritos, y remudaba una
vaca que era mía.
Me acuerdo cuando era pequeña
Por Isabel
silva
Me
acuerdo cuando era pequeña, de cinco o seis años,. Mi mamá se sentaba a remendar
la ropa, pero antes ponía una olla en el fogón que estaba en el piso el cual
tenía tres piedras grandes que hacían una forma de triángulo, para cocinar un
caldo y me encargaba de atizarle la
candela, pero yo me salía a jugar con unas pepas que llamamos aguadijas les
ponía palitos en los extremos para decir que ese era el ganado también les
ponía palitos por debajo como pezones y además les ponía cachos, o me sentaba
junto a ella y se me olvidaba cuidar la olla entonces se entraba el marranito
que mantenía suelto y como el fogón era en el piso el animalito intentaba meter
la trompa y gruñía junto a la olla porque la olla estaba caliente. Entonces mi
mamá me decía regañándome ¡vaya a ver que el marrano está en la cocina y va
voltear la olla! Yo entraba corriendo y lo sacaba con un palo. Lo corría hasta
el potrero y luego volvía corriendo a la cocina. Le ponía fuego a la olla y me volvía a salir a
jugar y entonces el cerdito volvía a encararse con la olla y mi mamá cogía un
palo para pegarme, y yo salía corriendo y me iba a jugar en los matorrales o en
la quebrada cogiendo piedritas.
El tigre del circo
Por Mercedes Cárdenas
La historia que les
voy a es muy cierta: una vez vino un vino un circo a Tabio. En ese tiempo los circos traían
animales salvajes. Esa vez se escapó un tigre que anduvo por toda la cordillera, por allá por el sexto de la bonsa, que era donde nosotros vivíamos.
La historia de mi madre
Por Alejandrina Sánchez
Me contaba mi mamita que
cuando ella era adolescente fue obligada a casarse con mi papá. Él la vio una
vez y luego le escribió una carta diciéndole que le gustaba mucho. Ella le
respondió por el respaldo de la misma carta que NO, pero esta carta de regreso cayó
en manos de mi abuelo materno y él pensó que ellos ya eran novios, por lo que
decidió que debían casarse. Pero como mi mamita no se quería lo que hizo fue irse
de la casa a escondidas. Alcanzó a llegar hasta Cajicá, donde pidió trabajo a una señora llamada Librada. La
señora la aceptó después que le contó lo sucedido.
Mientras eso le pasaba a mi
mamá, mi abuelo culpaba a mi papá de su desaparición, por lo que lo demandó y
la policía se lo llevó a la cárcel para que les dijera donde estaba, pero como él
no lo sabía lo dejaron ir a casa por falta de pruebas. El asunto se da un día
en el que mi papá fue a llevar la leña a Cajica, pues este era su trabajo. Fue
así, caminando de Tabio a Cajicá, que vio a mi mamá barriendo en un segundo
piso. Ella se dio cuenta y se escondió, pero ya mi papá la había visto.
Entonces regresó al pueblo y le contó a mi abuelito, que enseguida fue a
buscarla con mi papá. Por desgracia, la señora Librada no pudo hacer nada para
evitar que se la llevaran y eso, me cuenta mi mamá, le dolió mucho a ella.
La llevaron a casa y al
siguiente día la llevaron al pueblo donde una tía de mi papá, donde la
vistieron para el matrimonio con mi papá. Lo más curioso de todo es que mi mamá
era aún muy joven y por eso mi tía, para que esto no se notara mucho, decidió
hacerle un par de senos de papel para que así pareciera ante el sacerdote, y
toda la gente, que ya era una señorita.
Esta es una historia que me fue contada en mi infancia
Por Cecilia Moncada
Esta es
una historia que me fue contada en mi infancia. Más o menos tenía unos tres o cuatro años. En
esa época nos asustaban con un ser llamado pantera o fantasma. Me cuerdo que mi
hermana me dijo que había en un tiempo no sé cuántos años atrás abran pasado
que había una mujer que había tenido un
niño barón y que lo había ahogado en un lago y así lo avía hecho con otros hijos hasta
completar siete todos fueron barones cuando tuvo el séptimo niño le dio remordimiento
de ahogarlo y se fue a la iglesia y
hablo con el sacerdote y le contó que había hecho con los seis niños y el
sacerdote le bautizó el niño y le dijo que asiera lo mismo lo llevara y le pusiera
el pecho y lo echara en el mismo sitio donde había ahogado a los otros niños, ella
lo hizo y cuando el niño se consumió en el agua salieron los otros seis niños y
entre todos siete se le lanzaron al cuello y la halaron al lago hasta que la
hundieron y cuando salió salió convertida en un burrito se dice que tiene que
purgar sus penas en este mundo terrenal que tiene que matar a siete hombres
valientes porque los siete niños que había a ahogado iban a ser valientes decía
hace unos cincuenta y cinco años un vecino que se le había presentado varias
veces por las noches cuando se quedaban tomando en las tiendas y se iban muy de noche para la casa.
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